¡Buenos días desde Mozambique!
He decidido hablaros de mi experiencia personal, dejando a un lado el trabajo diario que realizo, que os detallaré en el siguiente post.
Podemos decir que esta es mi primera experiencia en África como voluntaria y estoy segura de que no será la última.
Decidí viajar a Mozambique para cooperar porque era uno de esos sueños que tenía desde niña. Antes de llegar aquí no quise imaginar, no quise buscar en Internet, no quise hacerme idea de cómo podía ser todo esto o de qué podía encontrar, sólo quise dejarme llevar, que el país me sorprendiera y os aseguro que lo esta haciendo y para bien.
Hace poco más de un mes que llegue a esta tierra, y día a día me sigue enamorando. Sólo puedo decir que es un país de esos que atrapa, de esos en los que te gustaría permanecer. ¿Qué hace especial a un país? El paisaje, la cultura…… Pero especialmente su gente. Y en eso, Mozambique gana por goleada. Esa forma de seguir hacia adelante, de afrontar la vida con una sonrisa y esa amabilidad y alegría que les caracteriza.
Desde que llegue sólo he encontrado personas dispuestas a ayudarme, a hacer que mis días aquí sean lo más fáciles y bonitos posibles sin esperar nada a cambio.
Estoy viviendo en Casa do Gaiato, un orfanato en el que viven aproximadamente 150 niños y, evidentemente, pasar los días rodeada de niños hace que todo resulte mucho más especial, estos niños son increíbles y también las personas que lo dirigen. ¡Gracias por acogerme!
No puedo expresar con palabras lo que sentí el primer día que llegue a esta casa, cuando al terminar de comer una veintena de niños se acercó a mi para abrazarme, darme un beso y desearme un feliz día.
No todo es bonito, también tengo grabadas en la retina imágenes muy tristes, de esas que te sacuden como una bofetada y hacen que conectes con la realidad más dura del país. Y en ese momento, es cuando realmente te das cuenta de que todo esto merece la pena, del gran esfuerzo que muchas personas realizan día a día, trabajando para mejorar la situación.