Últimos días en El Alto


Tras un fin de semana de descanso visitando el lago Titicaca  y el glaciar del Huayna Potosí, y una vez desaparecidos los síntomas del mal de altura que nos incomodaron durante los primeros días, comenzamos nuestra segunda semana de trabajo con las pilas cargadas.

El ritmo de las revisiones se incrementa y prácticamente no paramos de trabajar. Los niños de primaria acuden por las mañanas de 8:30 a 12:30 y los de secundaria por la tarde de 14:30 a 18:30. También revisamos a bastantes adultos, algunos de los cuales forman parte del programa de apadrinamiento que la ONG SAL (Solidaridad con América Latina) tiene en El alto, y otros son profesores o padres de alumnos  del colegio y la guardería de los Hermanos Menesianos.

Seguimos encontrando como ametropía más característica de la zona el astigmatismo con eje horizontal de unas tres dioptrías de media pero que puede llegar hasta las seis dioptrías. Este patrón se repite en los adultos jóvenes en ocasiones asociado a miopía. Entre las personas más mayores detectamos varios casos de présbitas que, por desconocimiento, no utilizan ningún tipo de compensación óptica.

En cuanto a patologías oculares destaca la presencia de pterigium y conjuntivitis debido al efecto de la radiación solar a una altura tan elevada.

El tiempo pasa volando y cuando queremos darnos cuenta nuestra aventura se acaba. Durante estas dos semanas hemos podido comprobar de primera mano la humildad de la población de El Alto y su escasez de recursos, pero también su educación y su respeto, hemos podido sentir su cariño y su agradecimiento.

Aprovechamos nuestro último fin de semana para visitar el impresionante salar de Uyuni.

Nos vamos con sentimientos contrapuestos, contentos por la labor desarrollada y por volver a casa con nuestras familias, pero tristes por dejar un país y unas gentes que nos han llegado al corazón. Esperamos volver algún día.

Damos especialmente las gracias a los Hermanos Menesianos por su hospitalidad y al personal de la posta por su amabilidad.